martes, 31 de mayo de 2011

84

“¡Agradecé que tengo altura! Aunque, en realidad, no lo hago ni por vos ni por la otra turra, sino por los 3 pibes que no tienen la culpa. Yo ahora me voy, pero sabé que sos un miserable, un mentiroso, un engreído y un impotente”, grito y huyo. Salgo corriendo, cruzo la avenida Belgrano con el semáforo en verde y siento un auto refrenar encima mío. Oigo el estruendo de un bocinazo, la ciudad se nubla de pronto… y me desvanezco.

83

“¡Sos una basura! Te borraste, me dejaste sola y, durante todos estos meses, te estuviste riendo de mí con la otra tarada. Esa tarada que, de tarada no tiene un pelo, y que ya te encajó una alianza y 3 pibes”, grito. “Ana, vos y yo nunca fuimos nada y yo no te prometí nada nunca. No te disfraces de novia dolida porque el vestido te queda extra large, y no hagas quilombo porque te va a costar caro”, exclama.

lunes, 30 de mayo de 2011

82

Intenso es el odio que siento ahora, desgarradora la angustia, asfixiante la traición. Sólo la venganza podría aplacar semejante malestar, pero tengo demasiada dignidad como para arruinarles la velada. “Mauro Salvador, quisiera hablarle en privado, si no es molestia”, digo en un tono tranquilo que sabe a amenaza. Brad pide permiso, toma mi brazo y salimos del bar.

81

“Quiero presentarles al hombre de mi vida, a mi futuro esposo y al padre de mis hijos, a mi querido Salvador”. Y ni bien Susana termina de pronunciar su nombre, Brad entra al bar y le encaja un beso. STOP. REW. ¡¡¡OOOOOIRAP SOL EUQ ERDAM ATUP AL!!! La imagen se congela, los CHANES resuenan cada vez con mayor intensidad y yo observo la escena desde afuera, en cámara lenta. Los veo reírse, felices, juntos, llenos de amigos, casamientos, hijos… y los odio intensamente.

viernes, 27 de mayo de 2011

80

¡CHAN-CHAN! “Muchas saben, algunas no. Me voy de Collins Group. Estoy comprometida. Me voy a casar. Estoy embarazada. Son trillizos”, dice Susana. ¡CHAN-CHAN-CHAN! Entre aplausos, gritos y abrazos, yo sigo oyendo CHANES. No puedo creer que, finalmente, le haya sucedido. ¡A ella! ¡Y a alguien con ella! ¡O contra ella! Pero cuando uno cree que lo peor ya pasó, lo peor de lo peor está por pasar. Y no es novedad aquello de que la realidad siempre supera a la imaginación.

79

Y acá va a acontecer un hecho que tiene precisamente a Susana como protagonista. Algo inédito, el clímax de la historia, lo que nunca hubiese esperado, lo inimaginable. Es martes, martes 13 para ser exacta. Mediodía, 12:00 en punto. Susana nos invita a todas a almorzar y, por todas, entiéndase a mí también. Los soldados abandonamos el frente, descolgamos teléfonos y nos asentamos en La Trinchera (un barcito que queda a la vuelta de la oficina). “Las invité para darles una noticia”, enuncia Susana de pie.

jueves, 26 de mayo de 2011

78

Pasan las horas, los días y nada… Brad no da señales. Mientras se estrecha el vínculo entre su contestador automático y yo, él sigue sin aparecer. Lo extraño, tengo ganas de verlo, de sentirlo. Pero Brad está desaparecido. De la rabia a la angustia, de la ilusión a la preocupación, del amor al odio… Un zigzagueante recorrido por la ruta de las sensaciones femeninas. Y, hablando de mujeres y estados, a la que se la ve cada día más contenta es a Susana.

77

Vislumbrando la proximidad del jaque mate, me esfuerzo por edulcorar mi discurso previo. “En realidad, estoy bien. Quizás anduve algo dispersa, pero me voy a concentrar más desde ahora”, me excuso. “Cabecita de novia, no descuide su trabajo. Recuerde que hay muchos ojos mirándola ahora que va a iniciarse la operación en Chile”, aconseja Alan, guiño mediante. Sospecho que sospecha, que intuye que entre Brad y yo pasa algo, que el reto no fue casual ni inocente. Y con cara de nada, me retiro de la oficina.

miércoles, 25 de mayo de 2011

76

Estoy acorralada: literalmente, contra las estadísticas y la pared; imposible zafar de la irrefutabilidad de los números y los marcadores flúos. “Tengo problemas”, respondo. Alerta: el reconocimiento del problema me va a convertir automáticamente en el foco conflictivo de la empresa, en el chivo expiatorio de todos los dilemas ajenos, en el elemento a rechazar o, lo que es peor, a ayudar por lástima. “Cuénteme, a ver si la puedo ayudar”, dice Alan. GAME OVER.

75

En la oficina me reciben una pila de papeles, con números resaltados en amarillo fluorescente y subrayados en rojo, y el ceño fruncido de Alan. “Estamos preocupados. Viendo las estadísticas, notamos que su productividad ha descendido en un 43% durante el último trimestre, con tendencia en baja. Su calidad de atención ha sufrido un deterioro cualitativo y, cuantitativamente, la duración de cada llamada ha aumentado, en promedio, 1.2 minutos”, reporta. “¿Qué le pasa, Ana?”.

martes, 24 de mayo de 2011

74

Me pone de malhumor el malhumor de Alan. ¡¿Qué tal si se consigue una novia o, al menos, una jovencita que lo atienda cada tanto?! No estaría de más que deposite tanta energía en otro lado. Al fin y al cabo, yo no tengo por qué tolerar sus grititos ni presenciar sus dákares oficinescos cada mañana. Va, viene, entra, sale, hace, deshace, corre, recorre, grita y… “¡Ana, venga a mi oficina ya!”, grita.    

73

El lunes arribo a la oficina, ansiando el reencuentro con Alan. Lo observo correr de un lado para el otro, agitando papeles y repartiendo órdenes. Pareciese no verme, como si se hubiese olvidado de mí y de la calabresa. “Ana, ¿qué mira? Póngase a trabajar que estamos rebalsados de llamados”, ordena. Inmediatamente, me ubico en mi box y, antes de colocarme los auriculares, lo miro una vez más. El hechizo ha desaparecido y Alan se ha transformado en el petiso pelado y malhumorado de siempre.

lunes, 23 de mayo de 2011

72

El domingo a la noche vibra mi celular, anunciando que hay un mensaje no leído en el buzón de entrada: “Hola! Tas sola? Voy a tu casa? Brad J”. Casi por inercia, respondo que sí y una hora más tarde lo tengo a Brad tocando el portero eléctrico. Raro que venga un domingo; quizás haya presentido que lo estaba empezando a olvidar. Entra, nos acostamos, se levanta y se va. Nada mejor que un delivery para un domingo a la noche.

71

Reconozco que estoy pensando más en Alan que en Brad, lo cual me perturba un poco. No puede gustarme Alan ni disgustarme Brad. Es insensato, ilógico, imposible. Cualquier mujer moriría por perderse en los brazos de Brad y huir de las garras de Alan. Suena el teléfono, atiendo y es Caro, saludando desde Bruselas. “Amiga, no sé qué me pasa. Creo que estoy confundida”, le digo de inmediato. “Bienvenida al misterio del amor, Ana… un planeta irracional y maravillosamente absurdo”, declara.

domingo, 22 de mayo de 2011

70

El fin de semana me encontró colmada de preguntas. ¿Existe el hombre ideal? ¿El amor verdadero es el que se siente a primera vista o el que se construye con el correr del tiempo? ¿Es Brad? ¿Es Alan? ¿Es otro que todavía no conozco? ¿O soy yo? ¿Nací para estar sola? ¿Pesa más la atracción física que la intelectual? ¿El feo es mejor amante? ¿El lindo no sirve para proyectar nada en serio? ¿El apuesto es, necesariamente, tonto? ¿Son ellos o soy yo? ¿O será que el hombre de mis sueños es el que todavía no conozco?    

69

Hablamos, reímos y comimos hasta saciarnos. Esa noche descubrí que Alan tenía una vida más allá del trabajo: que había vivido en Roma, que tenía 2 perros, que leía a Hesse, jugaba al golf, tocaba el saxo y coleccionaba estampillas. Por momentos, cuando la luz se tornaba más tenue, hasta lo vi lindo. El tiempo pasó volando y de la calebresa no quedó más que el recuerdo de una aceituna. A las 4:00, Alan me dejó en casa. Esperó a que entrase y, cuando la puerta del hall se cerró, desapareció.

viernes, 20 de mayo de 2011

68

Alan es seguro, machista y dominante por momentos, pero intrínsecamente masculino. No duda nunca, parece no sentir miedo, y una, a su lado, se siente protegida siempre. Hubiese jurado que esa noche nada malo podría sucederme. Sabía que, estando junto a él, nadie me lastimaría, no me podían herir, no iba a morirme. Sólo de niña, cuando creía ver fantasmas deambulando en la obscuridad de la noche y papá venía a consolarme, había experimentado contención semejante.  

67

A las 20:00 arribamos a un bodegón perdido de San Telmo. Nos recibe el dueño, un italiano de melena blanca y panza prominente, que nos invita a sentarnos y nos recomienda la especialidad de la casa: pizza calabresa. “Una grande y una botella del mejor Cabernet”, ordena Alan. “Mire que yo con 2 porciones estoy hecha, va a sobrar”, prevengo. “Una grande y, de entrada, 2 empanadas de carne cortada a cuchillo. Gracias”, agrega.

jueves, 19 de mayo de 2011

66

Salgo apresurada, conservando una prudente distancia entre Alan y yo, para evitar que los guardias sospechen que nos vamos juntos. Subo a su auto, lo miro y me pregunto qué estoy haciendo ahí, con él, en ese momento. Pienso en una calabresa a la piedra, crocante y calentita, y encuentro la respuesta que estaba buscando. “¿Y usted no tenía planes para un viernes a la noche?”, pregunto. “Sí, comer la pizza más exquisita junto a una mujer linda e inteligente. Por fuera de eso, no, no tenía otros planes”, responde.

65

“Es tarde, Ana. ¿Qué hace en la oficina todavía?”, pregunta Alan, a las 19:30 de un viernes. “Se me pasó la hora, pero ya me iba”, respondo. “¿Tiene planes para esta noche?”, retruca. “Voy a mi casa, a descansar y ver qué puedo inventar para cenar”, contesto. “No invente nada; yo la invito a probar la mejor pizza del mundo. Si no me cree, venga conmigo. La mejor calabresa del mundo, a 5 minutos de usted. ¡Vamos!”. Y vamos…

miércoles, 18 de mayo de 2011

64

Pero Brad no es perfecto. Su pasado es un misterio, un baúl cerrado con llave y envuelto con cadenas, cuyo acceso tengo vedado. No sé nada de su familia, de sus sueños, de sus fracasos… de él. Tan solo comparte nimiedades diarias y anécdotas ajenas. En la cama, es un metrosexual narcisista y egoísta, que apenas nota que estoy al lado. ¿Por qué sigo con él? Porque no quiero estar sola, porque es apuesto y, por sobre todo, porque es.

63

Poco a poco, mi relación con Brad fue tomando forma y adoptando ritos propios. En silencio, acordamos ignorarnos en el trabajo, cenar y acostarnos martes y jueves. Sus fines de semana suelen estar sobrecargados de compromisos sociales y excusas infantiles, y yo prefiero no insistir. Pasaron 2 meses desde el primer encuentro, desde aquella mañana en la que nos cruzamos en el colectivo, desde el instante en el que lo creí perfecto.

martes, 17 de mayo de 2011

62

“¡Parece un galán de televisión! ¡Es un bombón!”, balbucean el miércoles mis compañeras de oficina. Brad se ha convertido en el latin lover de Collins Group. Las chicas mueren por él y hasta se maquillan cuando saben que visitará la oficina. Es el único hombre apuesto, soltero y heterosexual que ronda estos pagos. A Alan no parece perturbarlo: están peleando en frentes distintos, batallando con otras armas. Brad quiere que lo quieran; Alan, que lo respeten. Brad trabaja de Brad; Alan, sólo trabaja.

61

Brad acaba, yo no, se viste y se va. Pero antes de irse, pregunta: “¿cómo estuve?”. Error fatal: ni cómo estás ni cómo estuvo; sigue hablando de sí mismo. “Estuviste perfecto”, miento cordialmente. Sonríe y casi puedo adivinar un brillito sobre su colmillo. “Lo sabía, hermosa. Disfrutalo y soñá conmigo”, se despide. Me quedo sola, hiervo agua, preparo un chocolate caliente, abrazo el pote de dulce leche y enciendo la televisión.    

lunes, 16 de mayo de 2011

60

El martes a la tarde Brad llama para invitarme a cenar. Nos encontramos en un restaurante japonés de Palermo Hollywood. Bebemos, comemos y hablamos de la vida y de la nada durante hora y media. 10 minutos hablamos de mí; los restantes 90, de lo maravilloso que es él. La noche cierra en mi casa y entre mis sábanas. Normal, nada tan formidable como lo alardeado durante la comida, aprobado con 6. Pero más que suficiente para quebrantar mi abstinencia y remolcar mi arrastrada autoestima.

59

Dubai, Nueva York, Tokio, Zurich, Berlín, Santorini, Rabat, Pekín, París, Río, Bangkok, Dehli… ¡Quiero ser Caro! El día que me dijo que iba a ser tripulante, pensé que estaba loca, que se pasaría la vida sirviendo café y preguntando ¿pollo o carne?. Pero Caro estaba tramitando su pasaporte hacia la libertad; había pedido alas prestadas y estaba dispuesta a flamear por la vida, a colmarse de historias, a volar hacia todas partes para no arraigarse a ninguna. ¡Quiero ser Caro! Pero ya es tarde.   

sábado, 14 de mayo de 2011

58

“Ana, estás diferente, radiante. Contáme ya cómo se llama”, dice Caro antes de hola. Le cuento la historia de Brad, de principio a fin, a la espera de su consejo -si hay alguien autorizado para hablar de hombres, es Carolina-. “Calentate, pero no dejes de pensar en frío. Es un lindo chanta, así que disfrutá de lo lindo y cuidate de lo chanta. Y nunca, nunca te enamores de él”, concluye. Pero yo quiero creer en el amor, aunque duela. Caro se retira porque a la noche vuela hacia Dubai, mientras yo aterrizo en mi box.

57

“Disfrutalo mientras dure”, retruca Susana y se marcha. La mañana transcurre raudamente y al mediodía Caro me pasa a buscar para ir a almorzar. Carolina es mi mejor amiga. Nos conocimos en el colegio primario e intercambiamos trasnoches y complejos durante la adolescencia. Nos vemos poco porque ella nunca tiene tiempo. Caro es azafata y vive volando. Entre Boeings y amores fugaces, zigzaguea entre nubes. Y cuando baja a tierra, me llama para comer juntas.

viernes, 13 de mayo de 2011

56

La oficina del día siguiente suena a mal chiste, a residuo de la otra Ana, a sombra de una vida gris, fría y sola que ya no me pertenece. Una jaqueca recurrente me recuerda que no lo soñé, que pasó de veras. Susana muere por preguntar y yo no puedo privarme del placer de contarle. “Susana, hay hombres. Conocí a uno que me vuelve loca, me estremece. En la cama, me da vuelta. Siento los nervios de la primera vez cada vez que me toca. Es ardiente, salvaje, intenso. Hay hombres, Susana”, sentencio.   

55

“Ana, pará. Si no estás acostumbrada, te va a hacer mal tomar tanto”, me previene. “Olvidate y dame un beso. Pero un beso fuerte, como si fueses Brad, Brad Pitt”, señalo y me echo a reír. Con ambas manos toma mi cuello, clava su mirada en mis pupilas vidriosas y acerca sus labios hacia los míos. Sabe a vino, pero es más caliente y más suave. Cierro los ojos, lloro y lo siento. Dejo que su lengua envuelva la mía, me olvido del mundo, de mí, de él, de todos, de todo… y sólo lo siento.

miércoles, 11 de mayo de 2011

54

“No pienses, Ana”, me exijo. Brad me entrega las flores y me roba una sonrisa. Y ambos emprendemos camino hacia ninguna parte, listos para adentrarnos en el laberíntico mundo del amor, bañado de instantes con olor a seda y sabor a blues. Arribamos a un bar escondido, sobre la calle Florida. Pedimos vino, del caro. Me esfuerzo por ingerir mucho, por olvidarme de quién soy y no pensar. Bebo hasta emborracharme, intentando que una alegría inventada haga que se enamore de mí.

53

18:30 pm: la hora D (bis). Ya no lo espero con la ilusión de la primera vez. Antes confiaba en él, ahora no le creo. Sólo dejo que me mienta y elijo creerle. Quiero quererlo, aunque no lo merezca. No busco amarlo, sino que me ame. Y es ahí, en ese acto de egoísmo original, donde comienza el principio del fin. La raíz podrida que nos conducirá, indefectiblemente, al fracaso. Pero él no lo sabe y menos le importa. Ahí llega… con un ramo de jazmines y una sonrisa a cuestas.

martes, 10 de mayo de 2011

52

Tras una jornada de trabajo simulado, vuelvo a casa y vuelvo a llorar. Y, también, vuelvo a llamarlo. “¿Ana? ¡Justo te iba a llamar!”, se excusa Brad. “¿Por qué me dejaste plantada?”, pregunto entre lágrimas. “Despelotes de laburo. No te ofendas, linda. Paso mañana, a la misma hora. ¿Ok?”, dice. Ok, digo. Y, entre dimes y diretes, cierro los ojos, abrazo la almohada y sueño con aquello que no fue.

51

Me recuesto llorando y amanezco con los ojos hinchados. Voy a la oficina, en la que nadie me habla, aguardando una excusa que jamás llegará. Y, así, esperando imposibles, dejo correr los días. Tengo un trabajo que no me importa, un amor no correspondido y un aburrimiento crónico. A veces, pienso que estoy sentada en el preámbulo de mi vida, aguardando que empiece la vida de verdad.  Pero no arranca nunca, ni siquiera cuando una llamita se enciende y creo que puede ser.

lunes, 9 de mayo de 2011

50

Siento ahora la parte fea de la soledad, la de la angustia, la que duele. Entiendo que no le intereso y que no tiene sentido interesarme en su desinterés. Pero entender, lastima. Comprendo que estoy llorando el abandono de quien nunca estuvo, pero aun así, no puedo evitar añorarlo. Extraño a Brad y, a través suyo, a un hombre que me contenga, a una persona que me abrace, a alguien en el mundo que me llame cuando haga frío para recordarme que me abrigue y me desee dulces sueños antes de acostarme.

49

20:30 me voy, sola. Brad nunca llegó, y el cuento de hadas se ha transformado en una historia de terror -género en el cual me muevo con soltura-. Como premio consuelo, tomo un taxi hacia casa. Elijo llamarlo en lugar de llorarlo, darle la oportunidad de excusarse, de volver a mentirme. “El celular al que usted llama se encuentra apagado o fuera del área de cobertura. Por favor, reitere su llamada en otro momento”, sentencia una simpática jovencita.

sábado, 7 de mayo de 2011

48

18:30: la hora D. El principio del milagro. Momento de cerrar los ojos y comenzar a soñar. Dejo la oficina, ubicada en el décimo piso de una torre de vidrio y acero, para posarme en la entrada del edificio, a la espera de Brad. Lo imagino llegando con un ramo de rosas amarillas y un chocolate belga en la mano, nos proyecto dentro de unos años, e invento códigos e instantes compartidos.  En mi mundo de fantasía, estamos ya en el año 2030. En el mundo real, son las 19:25 y él aun no vino.

47

Tras una noche de insomnio fantástico, de largas horas de ausencia de la realidad, dejo la cama, lista para comenzar el día más maravilloso de mi vida. La adrenalina del amor golpeando a mi puerta y la ilusión puesta al servicio de la etapa pronta a iniciarse. Para la ocasión, un vestido de algodón floreado, zapatos de taco alto y labial con brillo. El rostro de Alan, ni bien ingreso a la oficina, me confirma que la elección fue acertada. Susana me mira de reojo, carcomiéndose las ganas de preguntarme a dónde voy.

jueves, 5 de mayo de 2011

46

“Hola, soy Ana, ¿te acordás?”, pregunto. “Imposible olvidar a una mujer como vos. Veo que te animaste a ayudar al destino, preciosa”, responde. “Sí. Hoy te vi en Collins Group y…”, agrego. “¿Y por qué no me saludaste? ¡Qué fea actitud! Tengo una idea: paso mañana por la oficina, a las 18:30, te invito a tomar un café y reparás tu error”, propone. Y yo me olvido de todo, le creo aunque sé que miente, recuerdo cuán hermoso es, pienso qué voy a ponerme y le digo que sí.

45

Regreso a casa por la tarde, entre misterios y preguntas. En el primer compartimento de mi billetera asoma la tarjeta enmantecada, como pidiéndome permiso para salirse y regalarme las respuestas que estoy necesitando. Inhalo profundo, exhalo valentía y me convenzo de que la vida es un instante y la especulación, un error. Me aproximo al teléfono, marco el número, aguardo y atiende. “Hola, hola, hola…”, repite Brad del otro lado.

miércoles, 4 de mayo de 2011

44

Un hombre, un hombre de verdad, no ningunea a una mujer. No finge desconocerla y, mucho menos, coquetea con sus compañeras delante de ella. Un CEO, un CEO de verdad, no viaja en colectivo. No sabe cuánto sale un boleto y, mucho menos, lucha a diario contra la escasez de monedas. Quizás, y sólo quizás, mi príncipe azul destiña al primer lavado. Tal vez, y sólo tal vez, se trate de un príncipe gris al que yo vestí de azul.

43

Con los pómulos colorados y la mirada vidriosa, me retiro abruptamente de la sala. Brad permanece adentro, agradeciendo elogios por una gestión ni siquiera empezada, ahogándose en un océano de piropos, bendiciones y buenos augurios. Alan sale detrás mío, toma mi brazo y pregunta qué sucede. “Nada, necesito aire”, contesto. Respetando mi hermetismo, calla y me suelta. Con una sonrisa forzada, me alejo. Es la primera vez que veo a Alan como a un hombre.

martes, 3 de mayo de 2011

42

Brad ingresa radiante, sonriendo cual estrella de Hollywood. Alan está satisfecho, a sabiendas de que el crecimiento de la compañía converge en su propio ascenso. Las mujeres de la oficina, fascinadas, entablando una disputa invisible para ganar el corazón del nuevo miembro. Y yo, atónita, aguardando el instante preciso en que su mirada se cruce con la mía, me salude y selle mi victoria. Pero, cuando me descubre, finge desconocerme, dejando translucir las asperezas y las suciedades de la alfombra roja.

41

Otra vez, sopa. Al día siguiente, Alan vuelve a convocarnos en la sala principal para darle la bienvenida al incipiente CEO de Collins Group Chile. Voy, aunque desmotivada, aprovechando la ocasión para dejar el puesto de contestador automático y sumergirme en el fantástico mundo de mis sueños rosas post-Brad. Pero es entonces, cuando creía que ya nada podía sorprenderme, que la puerta se abre e ingresa él. “Con ustedes, el señor Mauro Salvador Gentile”, profiere Alan.

lunes, 2 de mayo de 2011

40

El nombre real de Brad es Mauro Salvador Gentile, precedido por el título de licenciado. Su tarjeta es discreta, letras marrones se levantan sobre un fondo manteca. Cualquier elemento vinculado a él derrocha delicadeza y distinción. Leo la tarjeta, una y mil veces, intentando descifrar los misterios que se esconden detrás de un nombre y una dirección. Ya sé cómo se llama, puedo imaginar sus años en la facultad, corroboro que vivimos cerca y, mientras tanto, tomo coraje para llamarlo alguna vez.

39

Al día siguiente, llego a la oficina sin facturas. Ninguna me habla, pero tampoco me importa. A media mañana, Alan nos reúne en la sala principal para darnos una buena noticia, de esas que importan a las compañías pero no a las personas. “Collins Group crece, gracias al trabajo en equipo, y nuestro workflow será replicado en otros países de Latam. Mañana nos visitará el futuro CEO de Collins Group Chile”, exclama. En fin, la noticia no me importa y me perdí la mitad que no vino subtitulada.