domingo, 5 de junio de 2011

90

La lluvia se torna cada vez más intensa, borrando la capilla y la ciudad toda. El diluvio se ha llevado al mundo y sólo quedamos Alan y yo. Lo observo en silencio, sonriendo y llorando a la vez. Admiro su fortaleza, su madurez, su paciencia. Él me mira enamorado, sabiendo que ha desnudado su alma y que ya no hay retorno. Una apuesta a todo o nada: más amor o más dolor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario