Mente, alma y cuerpo. La mente la tengo freezada, el alma lo vendí hace tiempo y el cuerpo lo muevo poco y nada. Para ser franca, en el triángulo de mi vida ningún vértice tiene demasiado brillo. Podría cambiar de forma y convertirme en un círculo (figura que voy a adquirir fácilmente si sigo desayunando cañoncitos y bolas de fraile). O, quebrantar la ley del menor esfuerzo y atreverme a sacarle lustre a los vértices hoy obscuros.
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