jueves, 28 de abril de 2011

35

18:30 me retiro con un nudo en la garganta y la férrea convicción de que no habrá retorno. “Ana, ya no sos una adolescente. No vale la pena que te amargues por nimiedades. Si ellas no te hablan, problema suyo”, me consuelo. Pero las lágrimas se escapan, venciendo cualquier tipo de resistencia. Entonces, pierdo la noción de espacio y tiempo, y no me importa que la masa pasajera me descubra llorando y ruego volver a ser chiquita para que mamá me abrace fuerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario