miércoles, 27 de abril de 2011

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Nada que agregar: ante argumento emocional, no hay contraargumento racional válido. Me despido de Pedrito, Sofía y los viejos, agarro el tupper que contiene mis próximas 6 cenas y rumbeo hacia Pazlandia. Mi monoambiente es el sitio ideal para enfrentar la angustia de una tarde dominguera; el reino del sosiego, donde el silencio es soberano y el estrés está prohibido por decreto.

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