jueves, 28 de abril de 2011

36

“¿Estás bien?”, me pregunta mi compañero de asiento, cuya presencia, hasta entonces, no había percibido. “Sí”, miento educadamente. “No te creo, reina”, agrega. ¡Bingo! Temiendo lo peor, levanto la mirada y confirmo mi sospecha. Brad está a mi lado, viéndome llorar cual quinceañera enamorada. Sólo imploro que no me pregunte… “¿Qué te pasa?”, inquiere. Si respondo la verdad, me recibo de tarada. “Las chicas de la oficina no me hablan”, contesto. Título colgado y, por si fuera poco, diploma de honor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario