jueves, 7 de abril de 2011

5

Monja, monja, monja. De chica quería ser monja. Recuerdo que cuando jugábamos, Sofía se rodeaba de osos-hijos, mientras yo vivía sola, dentro del placard-convento. Cuando Pedrito nació, Sofía lo adoptó como hijo menor y yo me empeciné en usarlo como monaguillo. El conflicto culminó con una decisión salomónica de papá: Pedrito sería el hijo de Sofía y trabajaría en mi convento. Como fruto de la temprana explotación infantil a la que fue sometido, Pedrito nunca más trabajó en su vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario