miércoles, 27 de abril de 2011

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Me despierto sobresaltada, soñando que afuera es lunes. Una nueva versión de la historia de siempre, el recomienzo de la nada, más de lo mismo. El colectivo sin Brad me conduce hasta mi destino. Antes de ingresar a la oficina, hago escala en la panadería para comprar 2 docenas de facturas. Entro agitando los paquetes blancos en son de paz, en un desesperado intento por fingir que todo está bien. Pero ninguna me saluda y, hacia el final del día, las 24 facturas permanecen intactas, pudriéndose sobre mi escritorio.

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