miércoles, 4 de mayo de 2011

43

Con los pómulos colorados y la mirada vidriosa, me retiro abruptamente de la sala. Brad permanece adentro, agradeciendo elogios por una gestión ni siquiera empezada, ahogándose en un océano de piropos, bendiciones y buenos augurios. Alan sale detrás mío, toma mi brazo y pregunta qué sucede. “Nada, necesito aire”, contesto. Respetando mi hermetismo, calla y me suelta. Con una sonrisa forzada, me alejo. Es la primera vez que veo a Alan como a un hombre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario