lunes, 30 de mayo de 2011

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Intenso es el odio que siento ahora, desgarradora la angustia, asfixiante la traición. Sólo la venganza podría aplacar semejante malestar, pero tengo demasiada dignidad como para arruinarles la velada. “Mauro Salvador, quisiera hablarle en privado, si no es molestia”, digo en un tono tranquilo que sabe a amenaza. Brad pide permiso, toma mi brazo y salimos del bar.

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