A las 20:00 arribamos a un bodegón perdido de San Telmo. Nos recibe el dueño, un italiano de melena blanca y panza prominente, que nos invita a sentarnos y nos recomienda la especialidad de la casa: pizza calabresa. “Una grande y una botella del mejor Cabernet”, ordena Alan. “Mire que yo con 2 porciones estoy hecha, va a sobrar”, prevengo. “Una grande y, de entrada, 2 empanadas de carne cortada a cuchillo. Gracias”, agrega.
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