martes, 10 de mayo de 2011

52

Tras una jornada de trabajo simulado, vuelvo a casa y vuelvo a llorar. Y, también, vuelvo a llamarlo. “¿Ana? ¡Justo te iba a llamar!”, se excusa Brad. “¿Por qué me dejaste plantada?”, pregunto entre lágrimas. “Despelotes de laburo. No te ofendas, linda. Paso mañana, a la misma hora. ¿Ok?”, dice. Ok, digo. Y, entre dimes y diretes, cierro los ojos, abrazo la almohada y sueño con aquello que no fue.

No hay comentarios:

Publicar un comentario