martes, 17 de mayo de 2011

61

Brad acaba, yo no, se viste y se va. Pero antes de irse, pregunta: “¿cómo estuve?”. Error fatal: ni cómo estás ni cómo estuvo; sigue hablando de sí mismo. “Estuviste perfecto”, miento cordialmente. Sonríe y casi puedo adivinar un brillito sobre su colmillo. “Lo sabía, hermosa. Disfrutalo y soñá conmigo”, se despide. Me quedo sola, hiervo agua, preparo un chocolate caliente, abrazo el pote de dulce leche y enciendo la televisión.    

No hay comentarios:

Publicar un comentario