martes, 31 de mayo de 2011

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“¡Agradecé que tengo altura! Aunque, en realidad, no lo hago ni por vos ni por la otra turra, sino por los 3 pibes que no tienen la culpa. Yo ahora me voy, pero sabé que sos un miserable, un mentiroso, un engreído y un impotente”, grito y huyo. Salgo corriendo, cruzo la avenida Belgrano con el semáforo en verde y siento un auto refrenar encima mío. Oigo el estruendo de un bocinazo, la ciudad se nubla de pronto… y me desvanezco.

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