miércoles, 4 de mayo de 2011

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Un hombre, un hombre de verdad, no ningunea a una mujer. No finge desconocerla y, mucho menos, coquetea con sus compañeras delante de ella. Un CEO, un CEO de verdad, no viaja en colectivo. No sabe cuánto sale un boleto y, mucho menos, lucha a diario contra la escasez de monedas. Quizás, y sólo quizás, mi príncipe azul destiña al primer lavado. Tal vez, y sólo tal vez, se trate de un príncipe gris al que yo vestí de azul.

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